En su intervención, el legislador reseñó los diversos sistemas de transporte que ha tenido la capital. Recordó que en las últimas décadas se pasó de un servicio estatal, la Empresa de Transportes Colectivos del Estado a una completa privatización, basada en la lógica del mercado y la competencia, lo que generó problemas de accidentabilidad, contaminación, congestión y otros daños a la ciudad.
Explicó que el Transantiago buscó compatibilizar la participación de operadores privados con la planificación central, pero que no tuvo los resultados esperados, producto de diversas falencias de origen, tales como la falta de institucionalidad pública para dirigir el sistema y la ausencia de un subsidio estatal.
A lo anterior, añadió las dificultades propias de haber implementado el plan en un momento en que las orientaciones de origen y destino de los usuarios estaban cambiando. «El centro de la ciudad se desplazó al barrio alto» – afirmó, lo que generó diversas inconsistencias en la malla de recorridos.
El parlamentario replicó duramente las acusaciones de la derecha, en el sentido que el Transantiago es la peor política pública de la historia. Sin desconocer los evidentes problemas del sistema de transportes, reprochó a la derecha la política de privatizaciones y otras medidas, adoptadas durante el Gobierno militar y la administración de Sebastián Piñera.
Remarcó que el desafío es cómo arreglar el Transantiago, recogiendo algunos principios contenidos en su diseño, pero corrigiendo aspectos deficitarios, tales como las condiciones contractuales, el control de la evasión, al tiempo que se mejoran las condiciones de la ciudad, con nuevas líneas de Metro y vías segregadas. Indicó que estos mejoramientos deben ir de la mano de un cambio cultural que refuerce el cumplimiento de pago.