Las propuestas de los precandidatos presidenciales se ha centrado en su opinión en relación a diversos derechos sociales: la continuidad de la gratuidad, la inversión en salud o la modificación al sistema previsional. Con escasa fuerza aparece el crecimiento económico. Como lo planteamos los senadores socialistas en un documento elaborado con especialistas, éste es indispensable para financiar las acciones que se proponen.

Hoy el crecimiento futuro no está asegurado. Más allá de la crítica interesada en contra de las transformaciones realizadas en este periodo -y sin descartar que éstas incidan en la inversión-, la evidencia de países cercanos que sin reformas presentan igualmente índices menguados, muestra que la situación depende fundamentalmente de factores globales.

La discusión es cómo seguir creciendo. Para algunos, basta recuperar la confianza. Esperan un nuevo ciclo de materias primas. Otros, creemos que el modelo basado en la explotación de recursos naturales y rentas financieras tocó techo. Sirvió en un momento, pero es incapaz de dar el salto que necesitamos para salir del subdesarrollo. Necesitamos otro crecimiento.

Es imprescindible aumentar la inversión pública. La infraestructura y los planes de vivienda, pueden contribuir a aumentar el producto potencial y dinamizar la economía. Debemos fortalecer la capacidad de generar proyectos y agilizar los procedimientos. También requerimos atraer inversión extranjera.

Del mismo modo, es sustantivo aumentar el valor agregado de nuestros productos y abrir nuevas áreas productivas. Como lo señala Mariana Mazzucato en el Estado Emprendedor, las acciones públicas pueden ser un detonador de la iniciativa privada. Temas como la energía solar, el tratamiento de residuos o la industrialización del litio, probablemente no sean atractivos hasta que estén en marcha.

Requerimos, también, contar con una política industrial y apoyar a una nueva generación de emprendedores, especialmente PYME, que se atreva con proyectos más audaces que lo hecho hasta ahora. El informe del Consejo Nacional de Innovación para el Desarrollo es un buen punto de partida.

Lo anterior va ligado al aumento de la productividad. La reforma educativa en curso impactará en el mediano plazo. Sin embargo, debe complementarse con acciones urgentes en el ámbito de la capacitación. Nuestras políticas en la materia son insuficientes y de calidad discutible.

Por otra parte, deben revisarse y reorientarse las franquicias tributarias existentes. El gasto tributario hoy es de US$ 10.000 millones, un 4,2% del PIB. Muchas de ellas derivan de otra época, con objetivos muy diversos y ya no producen los efectos esperados.

El crecimiento debe ser un asunto prioritario para la centroizquierda. Es indispensable para poder extender los derechos sociales y enfrentar la aguda desigualdad que persiste. Reorientar el modelo productivo es una de las principales transformaciones que deben implementarse para que nuestra economía sea más compleja y menos dependiente de los commodities.

 

Carta al Director publicada en El Mercurio. 03/07/2017